La película elegida es Shiva Baby (2020) de Emma Seligman.
Además de ser una excelente comedia, la película nos muestra la realidad de una joven desorientada con unos padres que la infantilizan, un entorno familiar de mucha impostura que ella no sabe si sostener o transgredir y su frustración respecto al amor. También es un retrato de la época en donde las mujeres jóvenes atraviesan esa tensión entre el feminismo, el empoderamiento y el ser objetos de consumo de los hombres, todo mostrado con deliciosa ironía y el mejor humor judío.
Danielle (Rachel Sennott) es la protagonista y desde el comienzo se la puede ver desubicada, no en el sentido clásico de la palabra, ese modo de ser desubicado se ve todo el tiempo en la película, alguien hace un comentario fuera de lugar, genera incomodidad y comedia. Dolina siempre cita a Schopenhauer diciendo que el humor es poner una cosa donde no va y quizás por eso, hacer una comedia para mostrar cómo alguien se siente fuera de lugar con su vida sea una buena elección. Danielle está desubicada en un sentido literal, mal ubicada, no encuentra un lugar, está desorientada y no sabe a dónde ir con su vida. Pero también cuando quiere buscar una orientación se encuentra en el lugar equivocado, por ello busca amor en una lógica que es totalmente opuesta a eso.
La película nos presenta a Danielle como una trabajadora sexual con una relación cordial y cómoda con su cliente, él quiere ayudarla con sus estudios de derecho, le regala una cara pulsera, hace chistes sobre sus otros clientes y ella le pide tímidamente el pago, cuando se despiden se ve que para Danielle es más que un cliente. Quiere darle un beso apasionado y él la abraza tiernamente, preparando el clima de cierta incomodidad que caracteriza a la película. Nos iremos enterando de a poco que ella no es una trabajadora sexual, que no lo hace para pagar sus estudios, que no estudia derecho y que la seguridad que muestra en el acto sexual es en el único lugar que puede ejercerla.
Luego del prólogo vemos la trama desarrollarse en un shiva, un ritual judío similar a un funeral en donde está toda la familia honrando a un muerto que no es importante para nadie, el espacio es reducido y hay mucha gente, todos familiares no tan cercanos que hace tiempo no se ven, pero tienen mucho para chusmear. Danielle se encuentra en la puerta con sus padres y comienza el show. Se empieza a dibujar la tensión entre madre e hija, se ve un padre un poco torpe y cariñoso, allí Danielle pide el guion, o el discurso armado que tiene que repetir a cualquiera que le pregunte sobre su vida. La madre le dice «estas terminando de rendir finales y tenés varias entrevistas de trabajo» frase que memoriza y repite varias veces esa tarde. También llega Maya, la novia de la secundaria, sus miradas nos hacen ver que algo no terminó bien.
Dejando, por ahora, el conflicto central, vemos que hay todo un contexto familiar que presenta dificultades para Danielle, está infantilizada por sus padres, se le señala su delgadez constantemente y se la sospecha de anoréxica. Tanto su madre como la de Maya muestran una gran incomodidad cada vez que las chicas se quedan solas, y se les recuerda constantemente que fue una etapa de experimentación que ya pasó. Todos saben de su situación laboral, niñera, y de sus estudios, género, y a nadie le convence ninguna.
Danielle quiere ser querida, pero también revelarse y separarse de sus padres como todo adolescente. Lo vemos con la alimentación, durante toda la reunión no puede comer, algo siempre la interrumpe, esto resuena con los comentarios familiares de anorexia. Se sirve mucho y vacía el plato, le dice a la madre que es vegetariana, que como buena madre judía responde «me estás matando», pero luego va a comer carne, ahí la madre le recuerda su vegetarianismo, al verse descubierta, infantil le pelea «me dijiste que coma», quizás su vegetarianismo es una de las tantas mentiras como provocación que hace Danielle. Que no pueda comer es un síntoma, no de anorexia en el sentido clínico, no se trata de eso, parece que no puede darse el gusto de comer algo, por un lado, quiere, por otro le insisten tanto que tiene que ser en secreto, transgrediendo su propia restricción, por eso el secreto es tan importante, es quitarle cierta omnipotencia a ese Otro sin fisuras encarnado en este caso por la madre, el problema es cuando esto se vuelve sintomático, y vaya si lo es para nuestra protagonista. como hace la Dora de Freud dejando su carta de despedida al alcance del padre, Danielle deja su teléfono sin bloquear para ser encontrado.
Lo que nos lleva al conflicto central. A Danielle le presentan a Max, un ex empleado del padre. Max… su cliente. Aquí empieza esa divertida incomodidad que mientras avanza la tramá se va haciendo más y más aguda, esto parece perturbar un poco a Danielle, pero no tanto como para producir el tan necesario quiebre en alguien que con máxima indiferencia continua un discurso armado por la madre mientras no sabe ni cómo empezar a preguntarse por su deseo.
A partir de ese encuentro se empiezan a descubrir las mentiras de Danielle. Max se entera que a sus padres les dice que es niñera de un solo niño, viendo así que no tiene otros clientes, otra provocación. Luego que no estudia derecho, sino que es Maya quien lo hace, ella estudia género, cómicamente para justificarse termina diciendo que estudia the business of gender, el negocio del género, dejando el genitivo ambiguo. Al principio, Danielle desconoce el problema y empieza a jugar con el secreto, cree que puede manejar la situación, presume frente a su madre que no se lo va a chupar en el baño (aunque luego lo intenta), se saca fotos eróticas que le manda a Max y finge una relajación que no tiene. Ese desconocimiento no dura mucho. Se quiebra cuando se entera que Max está casado y tiene un hijo de un año y ve a esa mujer.
Esa sí es una mujer, es empresaria, tiene tres emprendimientos, un hijo, un marido al que mantiene y una radiante belleza. Maya nota que Danielle no para de mirarla, cree que puede gustarle por como la mira, de hecho, le dice que es una Barbie, la mujer más hermosa que haya visto, Danielle la minimiza, es común, básica, aburrida. Maya insiste, es mi modelo a seguir. Que la esposa de Max aparezca como La mujer, no es de sorprender, la lógica del personaje de Danielle lo requiere, es el fantasma completo. Se ve que Maya supo ocupar ese lugar, pero ahora se le vuelve angustioso, no puede soportar la situación del encuentro con esa Otra mujer, sumado a que Maya revisa el teléfono de Danielle para descubrir su último secreto y juzgarla fuertemente por ser una fucking whore. Como si esto fuera poco, la esposa de Max ve que Danielle tiene su misma pulsera, que el muy genio le regalo a las dos. Descubriendo ella que su marido la engaña.
Otro gran detalle de la película es que no se centra en Max, no es acusado por la infidelidad, no se le hace un escándalo por comprarle la misma pulsera a su mujer y a su amante. Al contrario, Max es accesorio, porque el centro del conflicto es con lo femenino, él es un mero instrumento.
Lo que hay es un juego cruzado entre mujeres en donde se completa el fantasma de qué es ser una mujer. La esposa de Max obliga a Danielle a sostener a su hijo. Allí vemos como, no sólo le cede el niño, sino que le muestra que para ella la mujer es la madre, mientras que Danielle tambalea, el lugar de objeto sexual ya no es divertido. Hay un forcejeo, rompe un jarrón y tira la Torá al piso, se escucha «eso son cuarenta años de ayuno», en realidad la penitencia son cuarenta días, pero cae sobre Danielle, que no come. Ella rompe en llanto, no puede más.
El conflicto de Danielle es con su deseo, no puede ponerse en un lugar de sujeto deseante porque tiene miedo de no estar a la altura de la demanda materna, aunque sabe que no lo está, miedo de que un hombre no la elija como su mujer, entonces se pone en el lugar del falo, de objeto de goce del hombre, allí maneja la situación, se siente segura, pero el goce sexual no es el deseo, ese que abisma, del que Danielle quiere desentenderse, pero no puede más que reencontrar en forma de angustia.